jueves, 31 de diciembre de 2015

Como Alicia.

Una vez un profesor muy querido nos enseñó que entre los orígenes de la filosofía se encontraba el asombro, y si mal no recuerdo, muy asociado al mismo se hallaba la contemplación. La verdad me considero una persona muy poco seria como para sostener que mis pensamientos son filosofía, sino que lo que quiero puntualizar es que muchas de mis reflexiones tienen como raíz, siguiendo las palabras de ese señor, al asombro y/o la contemplación. Sin embargo, debo agregar a un tercer integrante: la evasión. 
Soy una persona que disfruta mucho de las actividades que permiten escaparte un poco de la realidad, como leer, escuchar música acostado, ver películas y series, viajar... Me gusta mucho el poder desconectarme de lo cotidiano, y tener la oportunidad de ponerme a reflexionar en ciertas cosas que en el apuro del día a día no tengo ocasión de ponerme a pensar.
Todas estas actividades, sumadas al revolotear de mi mente que las acompaña, me generan un sentimiento en particular, que disfruto en demasía. Esta sensación es la de pequeñez. Un libro, una película, una canción, un viaje, te ayudan muchas veces a escapar del mundo de ahora para volver a caer en él pero tomando dimensión de muchas cosas: de la inmensidad del universo, del transcurso del tiempo, de lo increíble que es la naturaleza, de la innumerable cantidad de personas que viven al mismo tiempo que vos, con sus historias, costumbres y personalidades, de todas las personas que vivieron antes que vos, de las maravillas que lograron y las atrocidades que causaron, de lo impresionante del ser humano en sí y la genialidad de su diseño; de lo que es el amor de un padre, el dolor de una pérdida, el terror de una catástrofe, la dificultad de una enfermedad, el valor de la amistad, y más. El tomar conciencia de estas cosas te abruma por completo, y te hace sentir pequeño, insignificante, impotente. Y yo lo encuentro muy valioso.
Muchos, si leyeran esta entrada, se preguntarían qué es lo útil de sentirse pequeño. La verdad, no lo sé. Pero me parece algo valioso. En nuestro día a día solemos y tendemos a pensar sólo en nosotros (no en sentido puramente egoísta). Nos "agrandamos" y consideramos que "ocupamos más lugar" del que realmente ocupamos. Es decir, solemos mirar la realidad desde una perspectiva en que todo lo que atañe a nuestra esfera personal se ve más grande que aquello que excede el perímetro de nuestra vida cotidiana. Es por eso que el sentimiento de pequeñez me parece positivo. Es bueno, por lo menos de vez en cuando, imponer cierta distancia para mirar la realidad desde otra perspectiva, analizando aquello que en el "de acá para allá" no nos detenemos a contemplar y reflexionar, dejando de sentirnos importantes para darle importancia a lo demás. No viene mal hacerlo a veces, como para equilibrar. Agrandándose y achicándose, como Alicia.

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